En las noches que se acuestan bajo los ojos centellean recuerdos como luces de ciudad.
Aquel día, el río a nuestros pies me murmuraba el nombre del mar, y en la brisa imaginé un olor a sal. Los cuervos eran gaviotas, las flores flotantes eran algas y las farolas eran estrellas.
Había regresado a la playa donde las caracolas me cantaban cuentos azules, a la nostalgia donde nací. Allí en mi patria, el mar - que siempre me miró a los ojos - me golpeaba ahora con tu nombre, como los barqueros golpean las olas. Sin pensar, sin piedad.
Tú tomaste mi mano y prendiste en ella una luz que iluminara la ruta de regreso por el mapa de los sueños aún no compartidos, latentes aún en los rincones de la ciudad, para devolverme al puente y al río, a los cuervos, a las flores y a las farolas.
Atreverse a dejarse entrever entre versos / Desvelarse para desvelar los desvelos / Deslumbrar para asombrar sin sombras y alumbrar sin luces
jueves, noviembre 14, 2013
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