Nuestro barrio (আমাদের পাড়া)
Al bajarme del autobús veo merodear la oscuridad. Tomo la bicicleta aparcada en el stand. A la derecha de la carretera se abre el camino que lleva a mi barrio. Está tan oscuro que parece que no existe ningún camino. La rueda se atasca en un surco. En una curva hago sonar el timbre de la bicicleta. A dos pasos ya no se ve absolutamente nada, así que por si hubiera alguien delante hago sonar el timbre dos veces más. Y dentro de tal oscuridad se escuchan muchos timbres, cercanos y lejanos, se queda en el aire el sonido del timbre, ring-ring, ring-ring... Como si una persona estuviera contestando a otra. A ambos lados del estrecho camino se alzan casas de un piso o dos, alguno que otro bloque de apartamentos a medio construir, altas sombras negras. De entre las construcciones sopla una brisa neblinosa que va recogiendo los ecos de los timbres. En nuestro barrio entra incluso una callejuela desde el cielo. Ladeando el cuello observo cómo unos retazos de nubes de lluvia pasan ululando. Encima de cada nube hay una pequeña linterna que da una luz velada. Como la luz de la luna.
Justo cuando llegué enfrente de mi casa volvió la electricidad. Nuestro barrio empezó a brillar. Dentro de la niebla cayeron los ecos de los timbres, y dentro del cielo todas las linternas.
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